Regar la huerta cada día, mimarla, transmitirle buena energía para que las plantas crezcan fuertes. Muchas hortalizas, variaditas… Los ojos de Ariel brillan distinto sólo en dos momentos. Cuando habla de su familia y cuando se proyecta como productor de hortalizas.
Ariel Rojas nació en Salta Capital, y cuando apenas tenía dos años su familia se mudó a Pichanal, donde vive desde entonces. Se crió en una finca donde trabajaba su padre, que le permitía recorrerla campo adentro en bicicleta y jugar en una represa que había allí. Sin dudas buenos recuerdos de su niñez.
Ariel ama el campo. “Me encantan las maquinarias y todo lo que se relaciona con el campo” dice, mientras se toma un breve descanso en el Depósito que AJU tiene en Pichanal y del cual es encargado desde hace varios años. “Me gusta trabajar aquí porque estoy en cada etapa de la producción, desde la siembra hasta la cosecha. De aquí voy sabiendo qué es lo que va necesitando cada productor” dice.
Por eso sabe del trabajo que la tierra demanda; de sus bondades durante la siembra y la cosecha, pero también de su dureza, cuando se empecina en llover mucho, o en no tirar una gota de agua. Ahí se pone feo.
Cuando no está en el depósito, Ariel es familiero. A este hincha millonario le gusta estar en los brazos de Audelina, su señora que lo apoya en todo, y jugar y divertirse con Jimena y Solange, sus hijas de 9 y 7 años. “Mi familia es todo. Es el futuro. Ver crecer a mis hijos junto a mi señora es como el campo, uno va cosechando lo que sembró” comenta con una sonrisa de orgullo.
Con 44 pirulos, Ariel lleva al depósito su buena onda y asegura que junto a sus compañeros se ayudan constantemente. Todo es en equipo. Y cada vez que va y viene preparando los pedidos, sueña. Sus plantas, sus propias hortalizas. Hoy tiene una huerta en la parte trasera de su galpón. Mañana, con el empuje que tiene, seguro serán parcelas de producción donde cosechará lo que siembre.
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