Camina entre miles de plantines. Pasillitos de cemento que dividen grandes canteros apenas elevados del suelo. Un enorme tinglado translúcido lo cobija todo. Ese es el mundo de Daniel; un mundo de brotes verdes.
Dany Dalul tiene poco más de cuarenta (43 año para ser precisos) y vino a Salta a recorrer uno de los viveros hortícolas Brest. Santafecino de nacimiento, se crió en Ituzaingó, Corrientes, donde fue a la primaria en la Escuela Nº71 y al secundario en la Juan Bautista Alberdi. De allí atesora un puñado de buenos recuerdos, como pasar tardes enteras en las playas del río jugando, o esa obsesión por la pelota que lo tenía junto a sus amiguitos pateando desde las 9 de la mañana a las 9 de la noche, con pausitas para comer algo.
La central de viveros Brest se encuentra allá en Corrientes, pero de a poco han logrado llegar a varias provincias, tratando de abastecer a todo el norte argentino. Por eso para Daniel, el trabajo en el campo lo es todo; muchas horas y mucho cariño por la tierra. “Lo mejor de este trabajo es conocer mucha gente todo el tiempo; eso me encanta”, dice sonriendo.
La horticultura, o el sólo hecho de trabajar con plantas, a Daniel lo transporta a un mundo apasionado. Por eso sueña con profesionalizar aún más lo que hacen. Mejorar cada día y que a la par de ello mejoremos como país. Esa es la razón por la que invierte mucho de su tiempo en ello. Las pasiones son así. Uno de sus puntos fuertes es el laburo en equipo. Sin eso nada sucede. Por eso en el vivero de Salta comparte muchas experiencias con Gustavo, el ingeniero agrónomo, y con el resto de las personas que cada día dejan un poquito de sí mismas en cada nuevo plantín.
En cada semilla. Todo ese empuje, claro, tiene un costo. “La parte complicada es a veces tomarme demasiado en serio el trabajo restándole tiempo a la familia”, confiesa. Por eso intenta siempre volver lo antes posible a los brazos de Paula, y a las risas y ocurrencias de Julieta y Damiancito, sus dos hijos. ¿Si queda algo de tiempo? unos tiros al aro con los amigos o hacer fuerza por el Tatengue (Unión de Santa Fe).
Lo cierto es que Daniel sabe bien que lo que se siembra y se cuida, se cosecha. Por eso trabaja con pasión y amor por las plantas… y por su familia.
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