La explosión agtech de los últimos años permitió que cada vez más empresas productoras de alimentos incorporen tecnología para que su negocio sea más eficiente y sustentable. A partir de ahora, el desafío radica en expandirse para que la innovación llegue a todos los estratos productivos.
El ecosistema agrotecnológico en la Argentina creció en los últimos años a un ritmo imparable. De acuerdo con una investigación de Startup Genome sobre los diferentes ecosistemas emprendedores del mundo, el agtech en Argentina creció un 14.6% anual en la última década, mientras que el promedio mundial fue del 4.5%. Deloitte estimó recientemente que el agtech como mercado supera los 3 trillones de dólares en todo el mundo y emplea a 1 billón de personas. Sin embargo, esa tecnología disponible no es utilizada en la misma proporción por quienes producen por estas latitudes.
La puerta de las agtech la abrieron los emprendedores y las gigantes de la agricultura mediante alianzas con startups o con la creación de propias unidades de negocios. Todos persiguen un mismo objetivo, la mayor productividad con el menor impacto ambiental posible, porque en realidad son los propios consumidores de los alimentos producidos los que cada vez demandan más información acerca de lo que estas empresas generan. El manejo del “dato” es lo más importante por estos tiempos, no sólo para mejorar las variables productivas en términos de competitividad, sino también para recorrer el camino desde el campo a la góndola con la mayor transparencia posible.
Sofía Gallo, analista de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires y una de las responsables del informe de Relevamiento de Tecnología Agrícola Aplicada que difunde la entidad, explicó que la campaña de 2011 fue la primera que se midió. “Observamos que los planteos eran muy defensivos. Es que en aquel entonces el contexto económico generaba que los productores acortaran la incorporación de tecnología. Eso se revirtió hacia 2016-2017 porque apareció un incentivo económico con la quita de los cupos y la reducción de los derechos de exportación para varios cultivos. A partir de ahí hubo un salto importante en el uso de tecnología; se estableció un nuevo piso que se incrementa levemente año tras año.
Una de las primeras en salir al ruedo de manera profesional y global fue Climate FieldView, la herramienta digital que Bayer presentó en 2019 a los productores argentinos. Matías Corradi, Líder de la Climate FieldView para CONOSUR aseguró que “hasta el año pasado no había una gran cantidad de productores probando este tipo de tecnologías”. Corradi, como muchos otros empresarios del sector destaca que en 2020 se evidenció un crecimiento que podría acelerarse en el futuro. “El valor obtenido se comparte y eso generará un cambio positivo en la curva de adopción de tecnología”.
Otro caso testigo es el de Helm, una de las mayores empresas químicas del mundo. La filial local se instaló hace casi veinte años y en 2017 abrió una nueva unidad de negocios agtech desde la cual busca potenciar su negocio central. Fernando Lespiau, gerente de Canales de Distribución de la compañía aseguró que “desde el comienzo buscamos entender qué era lo que generaba en los productores un obstáculo para incorporar tecnología”. La compañía acaba de presentar una nueva plataforma digital que permite analizar y revisar hechos del pasado para predecir lo que pueda ocurrir en el futuro. Lespiau aseguró que “la producción esta estancada en términos de rendimiento y para resolver eso, necesitamos hacer algo distinto. Hay productores que tienen maquinaria muy sofisticada pero que no la utilizan y eso es lo que buscamos resolver, utilizando mapas para lograr aplicaciones variables de insumos”.
Las herramientas para producir más, están disponibles. Pablo Hary, miembro CREA, productor de avanzada, y cofundador de la red de potenciación de agtech Nesters, asegura que en la actualidad se está virando hacia un esquema de codesarrollo, donde desde estadíos muy tempranos el productor y los emprendedores tienen la posibilidad de adaptar las soluciones según lo que el mercado demanda e incluso se pueden asociar, con lo cual pueden capturar ellos mismos el valor que agregan.
Según Hary, aún existe una barrera cultural que debe ser derribada lo antes posible ya que “no hacerlo podría equivaler a que nuestros modelos de negocio queden obsoletos en poco tiempo en términos históricos”.
Aumentar los rendimientos es absolutamente posible, sólo hay que aplicar las nuevas tecnologías. Una prueba fehaciente de todo esto es lo que explica Pablo Panza, ingeniero agrónomo que asesora empresas del sector cuyo modelo de negocio es la exportación de cereales por contrato. “En el último tiempo la adopción creció fuerte. Con las nuevas tecnologías es posible utilizar un 10% menos de fertilizante y obtener un 25% más de rendimiento”.
Sin dudas, el avance agtech tendrá impacto en el negocio agrícola y por supuesto en la economía nacional. Un informe reciente elaborado por la Universidad Austral, con el apoyo de Endeavor, Glocal y The Yield Lab Institute, confirma que 4 de cada 10 dólares exportados por Argentina en 2019 fueron generados por maíz, trigo y soja, por lo tanto nuestro país tiene una gran oportunidad para potenciar el sector y sus ingresos con la incorporación de soluciones tecnológicas.
El desafío radica en vencer las barreras culturales mencionadas y al mismo tiempo las de rentabilidad que hoy tienen otras producciones extensivas o regionales donde ya hay desarrollos, pero no hay incentivos para adoptarlas, tanto por la diversidad de cultivo como por la escala de quien produce.
Fuente: Ámbito
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