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La Batalla Invisible: Hongos y Bacterias en el Suelo, Claves para la Agricultura del Futuro

El equilibrio microbiológico del suelo es un factor determinante en su calidad y funcionalidad. Dentro de este complejo ecosistema subterráneo, la relación entre hongos y bacterias (F/B) desempeña un papel esencial en la estabilidad del suelo, la fertilidad y el desarrollo de los cultivos. Comprender esta interacción permite mejorar la gestión agrícola y promover sistemas de producción más sostenibles.



Factores que Influyen en la Relación Hongos/Bacterias

Varios factores afectan la proporción de hongos y bacterias en el suelo, lo que a su vez impacta su estructura y fertilidad.


El tipo de suelo juega un papel clave. Los suelos con alto contenido de materia orgánica y estables tienden a favorecer el crecimiento de hongos, mientras que los suelos perturbados y con menor carbono suelen estar dominados por bacterias. La vegetación también influye: los bosques y pastizales perennes presentan una mayor proporción de hongos, mientras que los sistemas agrícolas intensivos suelen favorecer la actividad bacteriana.


El pH del suelo determina qué microorganismos predominan. Los hongos son más tolerantes a suelos ácidos, mientras que las bacterias prosperan en suelos neutros o alcalinos. El manejo del suelo también es determinante: la labranza frecuente reduce la cantidad de hongos, mientras que la no labranza y el uso de coberturas vegetales promueven su desarrollo. Finalmente, la disponibilidad de nutrientes afecta la dinámica F/B; las bacterias prosperan con disponibilidad inmediata de nutrientes solubles, mientras que los hongos prefieren suelos con materia orgánica compleja.


Funciones de Hongos y Bacterias en el Suelo

Ambos grupos microbianos cumplen funciones complementarias que mejoran la fertilidad y salud del suelo.


Los hongos descomponen materia orgánica compleja, como lignina y celulosa, estabilizan la estructura del suelo mediante la producción de glomalina y forman simbiosis con las raíces de las plantas (micorrizas) para mejorar la absorción de nutrientes. También compiten con patógenos y producen compuestos antibióticos.


Por su parte, las bacterias intervienen en el ciclo del nitrógeno mediante la fijación, nitrificación y desnitrificación. Descomponen carbohidratos y proteínas, liberando nutrientes esenciales y promoviendo la formación de agregados mediante la producción de exopolisacáridos. Además, interactúan con las plantas mediante rizobacterias promotoras del crecimiento (PGPR).


La Relación F/B en Diferentes Sistemas Agrícolas

Dependiendo del tipo de manejo, los suelos presentan diferentes proporciones de hongos y bacterias.


En los suelos agrícolas convencionales, dominan las bacterias (F/B < 0.3) debido a la alteración frecuente y al uso intensivo de fertilizantes. Los suelos en transición a la agricultura regenerativa muestran un equilibrio entre hongos y bacterias (F/B entre 0.3 y 0.8), lo que favorece la estabilidad del suelo y la retención de carbono. En los sistemas forestales y pastizales naturales, predominan los hongos (F/B > 2), lo que mejora la estructura del suelo y su capacidad de retención de agua.


Cómo Modificar la Relación F/B para Mejorar el Suelo

Si un suelo es excesivamente bacteriano y se busca aumentar la presencia de hongos, es recomendable reducir la labranza para preservar las redes fúngicas. Incorporar materia orgánica compleja como compost maduro o residuos lignificados también favorece el desarrollo de hongos. El uso de cultivos de cobertura perennes como Brachiaria o centeno y la aplicación de extractos fúngicos y micorrizas son estrategias efectivas para estimular el desarrollo fúngico.

Por otro lado, si el suelo presenta un exceso de hongos y se busca incrementar la actividad bacteriana, se pueden incorporar gramíneas anuales como maíz o trigo, que favorecen la actividad bacteriana. Aplicar bioestimulantes con bacterias beneficiosas y usar enmiendas orgánicas de fácil degradación también contribuye a aumentar la actividad bacteriana.



Influencia de los Cultivos en la Relación F/B

Diferentes cultivos afectan de manera distinta la relación hongos/bacterias.

Los cultivos como el maíz, trigo, avena, sorgo, soja, arveja y poroto favorecen la actividad bacteriana. Los cultivos como centeno, cebada, triticale, vicia y tréboles promueven un equilibrio entre hongos y bacterias. Por último, cultivos como Brachiaria, Panicum, Paspalum y aquellos con residuos lignificados favorecen la actividad de los hongos.


Métodos para Medir la Biología del Suelo

Para evaluar la microbiología del suelo, se pueden utilizar métodos sencillos en campo o análisis más avanzados en laboratorio.


El Test del Teabag consiste en enterrar saquitos de té y medir su descomposición para evaluar la actividad microbiana. La respiración del suelo mide la cantidad de CO₂ liberado, lo que indica la actividad biológica. En laboratorio, la relación F/B puede evaluarse mediante PLFA (fosfolípidos) o qPCR (análisis de ADN).


El equilibrio entre hongos y bacterias es clave para la salud del suelo y la productividad agrícola. Ajustar la relación F/B mediante prácticas de manejo adecuadas permite mejorar la estructura del suelo, la fertilidad y la sostenibilidad del sistema productivo. Implementar estrategias como la reducción de labranza, el uso de cultivos de cobertura y la aplicación de bioinsumos contribuye a mantener suelos vivos y resilientes a largo plazo. ¿Ya has evaluado la biología de tus suelos? Puede ser el primer paso hacia una agricultura más regenerativa y eficiente.


Por AJU Editorial

 
 
 

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