En ámbitos de análisis del cambio tecnológico, en la industria se utiliza "hackear" como metáfora de los hackers informáticos que descifran sistemas para atacarlos o modificarlos. Así, se dice que la industria hotelera ha sido hackeada por Airbnb, la de taxis por Uber, la de las discotecas por Tinder, etc. También que una de las industrias que no ha sido hackeada es la del sector agropecuario primario.
Disentiré respetuosamente con esa última afirmación, basando el análisis de la producción primaria sobre el mismo criterio utilizado con Uber: cómo se presta el servicio, la logística y la organización.
En las últimas dos décadas, fue exponencial el crecimiento de la contratación tercerizada de los servicios de labranza en el agro (cosecha, siembra, fumigación). El amplio mercado de venta de servicios agropecuarios de los contratistas a los dueños de la tierra se generó principalmente por la caída de precio de los servicios de labores, los paquetes tecnológicos que permiten utilizar las nuevas máquinas, su obsolescencia acelerada, los exigentes requerimientos tecnológicos de los cultivos.
Paralelamente, la necesidad de los contratistas de aumentar la productividad de mano de obra, aprovechar la oportunidad de labor y disminuir la complejidad logística ha derivado en un importante aumento del tamaño promedio de las máquinas. Los equipos contratistas son una especie de industria just in time (inventada y aplicada por la industria japonesa): logística como prioridad, sin stocks en desuso y descartando lo que rompa las sinergias del proceso.
También la agricultura de precisión se enfrenta a las restricciones que presentan las parcelas y formas de lotes, cuando su dimensión no amerita el esfuerzo y cuidado adicional que implica. En EE.UU. hay numerosos trabajos al respecto: la formación de los operarios es diferente y los costos logísticos en escalas relativamente pequeñas todavía son mayores a los ahorros en insumos que propone.
De hecho, muchas máquinas cuentan con el hard y soft necesarios, pero desechan millones de gigabytes de información periódicamente por carecer de interés para los involucrados. Todo indica que esta forma de organización se profundizará: la automatización en general (IA, robótica, etc) requieren de mayores escalas e idealmente geográficamente homogéneas. El efecto colateral más fuerte será un cambio en la valuación y las rentas de los lotes según su tamaño, geometría y cercanía a parcelas más grandes a las cuales se puedan integrar productivamente.
Este artículo no pretende defender un sistema de producción sobre otro, sino poner luz desde un punto de vista diferente sobre cómo funcionan las cosas y analizar de qué manera se puede aportar a la mejora del sistema.
Estos profesionales de la logística, que aplicaron sin saberlo el criterio del just in time, han hackeado (y continuarán haciéndolo) la organización de la producción de proteínas vegetales. En breve, serán los mayores productores agrícolas del país sin contar con tierra en propiedad. Sustentable económicamente pero no necesariamente en lo ambiental y social, al igual que Airbnb o Uber. Quizás, cuanto más bajos sean los niveles de precios de las commodities, más importancia cobrarán. ¿Será que los taxistas terminarán siendo parte de Uber, luego de haber vendido la matrícula?
El autor es economista agrario
Fuente: Gabriel Delgado / La Nación
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