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Insumos agropecuarios en salta

Sembrar mirando hacia adelante, optimista por naturaleza

Hoy les presentamos a Juan Pablo Saravia Aráoz. Para los amigos y para nosotros en AJU Digital, es simplemente "Pimpa", un joven ingeniero agrónomo que ha sabido destacar y llevar adelante su amor por la tierra, demostrando que el campo no es solo tradición, sino también innovación y futuro.


Desde pequeño, en el hogar de los Saravia Aráoz, Pimpa aprendió el valor de la tierra y la importancia de cuidarla. Creció entre caballos, plantaciones de tabaco y partidos de fútbol en Rosario de Lerma. Y es que siempre supo que su verdadera misión estaba en el campo. Esa conexión con la tierra, ese amor por lo que brota de ella, sin duda, es un regalo heredado de Ana y Pedro.


Es el tercero de cuatro hermanos y, con una sonrisa pícara, se autodenomina el tío soltero de la familia, ese héroe sin capa para sus siete sobrinos.


Y, ¿por qué "Pimpa"? Bueno, resulta que un primo decidió llamarlo así de chico y, como suele pasar con esos apodos que nacen en la infancia, se quedó pegado a él como cadillo.


Pimpa es uno de los pilares de DRAP, una joya salteña del agro. Especializados en ensayos agrícolas a gran escala y uso de drones en el agro, se sumergen en la tierra para descifrar sus secretos. Y lo que comenzó como una aventura personal, hoy es una empresa con un equipo sólido: cinco empleados permanentes y otros tantos ingenieros juniors o pasantes que se suman en los meses de mayor actividad. Cada uno, con su experiencia, ha sido esencial en el tejido del éxito de DRAP.


Juan Pablo sabe que la vida en el campo tiene sus desafíos y recompensas. Por un lado, te brinda amistades que son invaluables, pero por otro, te pide sacrificio. Te hace estar en sintonía con el ritmo de la biología, sin importar si es fin de semana o feriado. Pero, como él dice con una sonrisa, "es parte de la elección que uno hace, todo trabajo tiene sus pros y contras".


Fuera del ámbito laboral, Pimpa es un visionario. Siempre está maquinando nuevos proyectos, buscando dejar una huella y trascender. Es de esos que miran al cielo, piden un deseo y luego se arremangan para hacerlo realidad.

Para él, el campo es más que una profesión, es un estilo de vida. Como bien dice: "Ser de campo es un estilo de vida. Es sembrar y mirar siempre para adelante, sin importar que la campaña anterior haya sido buena o mala, es ser optimista por naturaleza".

Mirando hacia el futuro, Juan Pablo tiene una visión clara: "seguir sembrando proyectos que dejen huella".


En Pimpa, vemos la confluencia del respeto por las raíces y la emoción por lo nuevo. Su amor por el campo se entrelaza con su mirada al futuro, demostrando que la juventud no solo está aquí para continuar las tradiciones, sino para elevarlas al siguiente nivel.


Por AJU Digital

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